Papel de Arbol

martes, 16 de septiembre de 2014

FLANDES EN SUDAMERICA



Jorge Zavaleta Alegre
La globalización  de las relaciones humanas en el siglo XXI  motiva la revisión  de la historia de América con respecto al Viejo Mundo y a otras regiones del planeta. Nos permite  apreciar mejor cuan  trascendente  han sido  los movimientos migratorios  en la configuración de las democracias  y /o la multiplicación  de   focos de violencia que hoy preocupan a todos.

La reflexión viene a propósito  de la investigación  sobre la  presencia   flamenca en  Sudamérica colonial, del economista, profesor y regidor municipal de Lima,  Eduardo Dargent Chamot.


La presencia  flamenca  en esta parte de América fue mínima en términos cuantitativos. Desde lo cualitativo la contribución  de los hijos de Flandes resultó decisiva en los diversos campos que se desempeñaron durante tres siglos de la presencia española en América.

Flandes es una de las tres regiones de Bélgica actual,  que limita  con Francia, Mar del Norte,   Países Bajos y  con Valonia. Durante la Baja Edad Media, las ciudades comerciantes (Gante, Brujas e Ypres) hicieron de Flandes una de las regiones más urbanizadas de Europa, tejiendo lana de las tierras vecinas, fabricando tejidos tanto para uso doméstico como para la exportación. En 1526, Francisco I de Francia cedió el condado de Flandes a Carlos I por el tratado de Madrid.

Bruselas, cosmopolita y a la vez tradicional, actualmente combina su condición de sede de la Comisión Europea y otras instituciones de la Unión Europea (UE), así como de otros organismos internacionales. La región de Flandes cuenta con 300 municipios divididos entre 5 provincias: Amberes, Brabante Flamenco,  Flandes Occidental, Flandes Oriental y   Limburgo.

Flandes concentra la mayor parte de la riqueza nacional de Bélgica, con la mayor tasa de exportación per cápita en el mundo  y cuenta con más de la mitad de la población total belga.

La presencia en Sudamérica  de la cultura de los flamencos  es un tema  que revela huellas  sobre sus aportes y  las luchas realizadas por la corona española en contra de los protestantes.

Los flamencos, apreciados desde las profesiones, oficios y labores, se desarrollaron en territorios sudamericanos entre los siglos XVI y XVIII. Los  flamencos  llegaron a ocupar lugar importante en los puertos de Sevilla  y Cádiz, dedicados al comercio con las Indias.

Conquistadores, marineros y corsarios, jueces, alcaides, gobernadores y virreyes, misioneros, profesores y artistas, inquisidores, artesanos y mercaderes, así como cirujanos, mineros, editores y confeccionistas, sirvieron en múltiples lugares de América, participando en la construcción de la identidad hispánica-americana.

La proyección  flamenca en la cultura sudamericana procede de frailes ilustrados  que seleccionaron  los Habsburgo, de formación  germánica y humanista, incluyendo pequeños poblados de  nativos.

El aporte de Diego de la  Puente a la pintura peruana fue la introducción del “tenebrismo”, un estilo que resaltaba las  figuras  humanas en colores claros con los  fondos oscuros, cuyas obras permanecen  en lugares   como Juli, Trujillo, La Paz, Santiago de Chile y el  Cusco.

Rodrigo  de Sas, otro pintor flamenco,  dejó obras suyas en Córdova de Tucumán, Santiago del Estero y Potosí.

El jesuita Jean Raymond Connick fue  el primer profesor de matemáticas de la  Universidad  Mayor de San Marcos, autor de los  planos para las murallas de Lima.

Las misiones jesuíticas  del Paraguay  fueron centros de avances notables en la música y la imprenta en la Sudamérica española.

Los artistas y artesanos de Flandes destacaron  en diferentes campos.  Juan  de  Bruselas, fabricante del primer sello oficial de Lima, ensayador en la Villa de Potosí o  el jesuita Egidino, constructor de la iglesia más bella del  Cusco.  Músicos  como Louis Vaisseau,  ayudó  a las misiones  del Paraguay enseñando  a los alumnos más  aplicados.

En suma,  el flamenco  fue el pueblo europeo no ibérico   que durante  la conquista  y el  virreinato   contribuyó  más al  desarrollo  de la América del  Sur española, demostrando ventajas  y aportes de los migrantes en la propagación  del  humanismo, del comercio y la industria.