Papel de Arbol

domingo, 14 de abril de 2013

LA REBELION DE LOS LAPICES

Jorge Zavaleta Alegre.  Cambio16-Madrid
La Biblioteca Nacional del Perú  ha publicado La rebelión de los lápices, un catálogo del  siglo XIX en caricaturas, una acuciosa investigación de Ramón  Mujica, actual director de esta institución fundada  en 1821,  por José de San Martín, quien la definió como «una de las obras que prometen más ventajas a la causa americana».

El mencionado libro aborda un tópico poco estudiado por la comunidad académica peruana y  resulta medular para rastrear  la transformación  la cultura visual en su tránsito del Virreinato a la República. La Rebelión de los lápices, cuenta con la colaboración de Ricardo Kusunoki y es dedicada al  politólogo  Sinesio López, profesor  universitario de Ramón Mujica y antecesor en la dirección de la  BNP. 
La rebelión de los lápices es una cronología en cuatro capítulos, de 1818 a 1900.  Se conocen pocas estampas satíricas tempranas de los próceres de la Emancipación. Estas circularon clandestinamente entre Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile.
En una de ellas figura el general San Martín con orejas de burro, sentado sobre O`Higgins, otro burro uniformado, arreando a los “a los pueblos de Chile, tipificados como un rebaño de ovejas”.
En este período  de transición entre Virreinato y la República se satiriza la ambigüedad política y el doble discurso de cierta aristocracia criolla. El poder político siempre se ha expresado como un lenguaje visual que ostenta los símbolos y emblemas del poder, el orden y la autoridad. El problema es, agrega el autor,  que una caricatura podía desestabilizar a un gobierno.
Durante el virreinato peruano el potencial  subversivo de la  caricatura fue bien conocido por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, tal como se desprende de La Gaceta de Lima, del 6 de setiembre  de 1761.

El segundo eje temático de este catálogo lleva el título del libro. “Desafortunadamente, las colecciones de las  BNP no están completas”. Se trata de publicaciones marginales que en su día  tuvieron una corta y agitada vida. Sus propios editores les cambiaban de nombre cuando corrían el riesgo de ser suspendidas o clausuradas por el Estado, revela el documento.
Por temor a represalias,  los caricaturistas mantenían su total anonimato, bajo seudónimos. Una estampa muestra los latigazos que recibió el periodista chileno Rafael Vial, por ejercer su profesión libremente.  Castilla, José  Balta, Piérola y Cáceres, clausuraron imprentas y diarios, intimidaron a los caricaturistas y encarcelaron a sus directores.
En otra caricatura, en sus Aletazos de Murciélago (1866), Atanasio Fuentes visualiza al estado político del Perú como un gigantesco campo santo.
A lo largo del siglo XIX la función del periodismo no era exclusivamente la del diario noticioso. Este operaba como una  “prensa doctrinal” que buscaba  difundir su ideario teórico con pasquines políticos e imágenes contestarías. Los diarios o semanarios humorísticos se presentaban como los portavoces de la “opinión pública”, el máximo censor social del orden republicano, aunque en la práctica no era  la opinión pública la que influía sobre la prensa, sino esta sobre aquella.
En la década de 1930, existían en las alamedas de Acho y Callao, representaciones pictóricas del “mundo al revés”. En estas se mostraba a una res, degollando a un carnicero; a un reo, ahorcando a un juez; a un usurero, haciendo obras de caridad y; a un moribundo, bendiciendo al médico.
El periódico pierolista El Leguito Fray José (1898) presenta al pensador anarquista peruano  Manuel González Prada (1844-1918) como una mula que con sus extremidades traseras, patea la efigie de Cristo crucificado por encabezar a la “Liga de libre pensadores” que sostienen una bandera con el lema: “Abajo la religión, Abajo el gobierno, Abajo los obreros,  Viva el Diablo”.
En el cuarto y último eje temático del Catálogo se titula: El lugar de la memoria. La caricatura republicana ofrece  un testimonio “visual” de la violencia política en el temprano Perú republicano. Esta registra “ejecuciones extrajudiciales, violaciones a los derechos más elementales de la ciudadanía, masacres en pequeña y gran escala, fusilamientos, tensiones, desigualdades, procesos electorales truncos o fraudulentos.
Una caricatura  alude a las polémicas ambivalentes decimonónicas sobre el libre ejercicio de la ciudadanía del indígena  que antes de los sufragios es mostrado  siendo sobornado por políticos inescrupulosos.
En El artista y su época, José Carlos Mariátegui, alude al arte de la caricatura como si esta fuera la reacción aleccionada de los artistas populares que se resistían a ingresar  a un mercado de arte burgués, controlado por “peritos” y “tasadores”. Estuviese o no Mariátegui en lo correcto –afirma Mujica- en el siglo XIX o inicios del XX la caricatura era lo más cercano a un “arte proletario” concebido como trinchera ideológica.  
UNA BIBLIOTECA CADA SIGLO

Este detalle resulta interesante para el lector. En   América Latina se  construye una biblioteca nacional cada siglo. La nueva sede de la BNP, en el distrito limeño de San Borja, fue inaugurada en el  2006. Su vetusto  local en el Centro Histórico,  fue  tomado por las fuerzas realistas, saqueado  durante la Guerra del Pacífico e incendiado en 1943. Este   no podía garantizar,  como aludió  premonitoriamente San Martin, «a la ilustración universal, más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia». La Biblioteca  peruana era, junto con las de México y Río de Janeiro, una de las más ilustres de América.
Buenos es recordar que gracias a la presión de los medios de comunicación locales e internacionales, que acompañaron la Campaña del Sol,  el  presidente Alejandro  Toledo,  economista egresado de Harvard y Stanford,  decidió  facilitar los fondos para concluir las obras que gobiernos anteriores no le prestaron interés. Fue la gestión del académico  Sinesio  López, entonces   director de la  BNP, que con el respaldo de la  Asociación de Amigos de la BNP - AABNP, llegó a terminar la  moderna infraestructura, por cierto que ha hecho  menos vulnerable  la delicada  labor de los investigadores.   Es objetivo permanente de la AABNP  colaborar con el Sistema Nacional de  Bibliotecas del Perú, siguiendo la misma dinámica de otros patronatos de América Latina y EEUU y Europa. http://elmercuriodigital.es/content/view/29757/126/
Un ansiado retorno. Después de diversas gestiones de la Cancillería Peruana y la propia BNP, el gobierno chileno en el 2007,  devolvió oficialmente 3 mil 788 libros que salieron del país durante la Guerra del Pacífico, a fines del siglo XIX.

Si La Rebelión de los lápices, es un indispensable documento para conocer la  misma intolerancia política que dominó el  siglo XIX y que  continuó en  el siglo  siguiente,  La Noche de los Lápices, utiliza el  cine y se basa   en           el libro y obra teatral de María Seoane y Héctor Ruiz Nuñez, en   1986,            para señalar los primeros meses de la última dictadura cívico-militar argentina. 
Esa película   denuncia la desaparición de varios adolescentes de la ciudad de La Plata que fueron secuestrados, torturados y asesinados por reclamar el boleto estudiantil para el trasporte público.  El film se centra más en la experiencia física y psicológica de los personajes que en el contexto político y social.  La película fue seleccionada en el Festival Internacional de Cine de Moscú de 1987. Todos los estudiantes  asesinados y sus cadáveres desaparecieron. Pablo Díaz es liberado en 1980, luego trasladado al Poder Ejecutivo Nacional. Él fue uno de los sobrevivientes de la tragedia, y gracias a su testimonio dado en el Juicio de las Juntas en 1985, el guión de esta película pudo ser escrito y contada esta historia. El resto de sus seis compañeros secuestrados el 16 de septiembre de 1976 continúan desaparecidos.
La rebelión de los lápices, publicado por el Fondo Editorial de la BNP, es un serio aporte a la literatura política  del Perú. Es una iniciativa que debiera continuar con más trabajos de esta misma  envergadura que abarque l siglo XX y  la actualidad. 
Como corolario, podemos afirmar que si bien la libertad de prensa ahora es mayor que en el pasado, la dependencia económica de casi todos los medios  de comunicación limitan y deforman la realidad y al igual como en el siglo XIX, como lo sostiene  Ramón Mujica, no recogen el sentir de la opinión pública sino que estos son la opinión pública. La revolución tecnológica del  presente siglo, abre espacios inesperados, pero aún no articula  la opinión con organizaciones sólidas como lo fueron los partidos políticos en décadas pasadas.